domingo, 12 de marzo de 2017

Política fiscal en tiempo de crisis

TEMAS DE DEBATE: ¿HAY QUE AJUSTAR O EXPANDIR EL GASTO PARA REACTIVAR LA ECONOMIA?

Los especialistas reivindican el incremento del gasto primario para recuperar un mayor ritmo de crecimiento y cuestionan a los economistas ortodoxos que reclaman austeridad fiscal, como si la economía funcionara igual que una casa de familia.


La irrazonable austeridad Por Martín Guzmán *

El debate sobre la capacidad de las políticas de austeridad para reactivar a una economía en recesión se ha intensificado en los últimos días, a partir de la difusión de un artículo elaborado por investigadores de la Universidad de Massachusetts Amherst que muestra que los resultados de un artículo influyente de dos profesores de la Universidad de Harvard (Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff) estaban mal calculados. Reinhart y Rogoff aseguraban que los países que tenían ratios de deuda sobre producto más altos exhibían tasas de crecimiento del producto más bajas. Sin embargo, en sus cuentas habían omitido incluir a un conjunto de países que estaban muy endeudados pero que eran de los que más crecían. Al incluirlos, se pierde la relación que ellos postulaban. Este artículo había sido utilizado en el debate político para justificar políticas que abogaban por ajustes fiscales (menos gasto público y más impuestos) para promover el crecimiento.
¿Pueden ser expansivas las políticas de austeridad fiscal? Es casi imposible, y para que lo sean se tiene que dar un alineamiento misterioso e inexplicable de las creencias de la gente acerca de cómo funciona la economía.
Comencemos por describir los argumentos de quienes defienden la austeridad, a quienes llamaremos los austeros. Los austeros sostienen que cuando los déficit se reducen, se restaura la confianza en la economía y como consecuencia el gasto en inversión crece. De esta manera, la austeridad tendría efectos expansivos sobre la demanda agregada, que es la demanda de bienes y servicios de los distintos participantes de la economía, y es la demanda que genera empleo. Además, el aumento de la inversión implica mayor capacidad productiva en el futuro, por lo que los efectos positivos se observarían no sólo en lo inmediato, sino en los años siguientes. ¿Por qué la gente confía más en la economía luego del ajuste? Porque al reducir el déficit fiscal, dicen los austeros, la capacidad de repago de la deuda es mayor. La lógica es similar a la de un hogar que recorta sus gastos y mantiene (o incrementa) sus ingresos.
Quienes argumentamos que la austeridad empeora las recesiones, pensamos que el mecanismo keynesiano convencional es el correcto. Hay una falsa analogía entre cómo funcionan las finanzas de un hogar y las finanzas de un país. Si las finanzas de un hogar están en problemas, recortar los gastos puede ser la solución. En cambio, si el gobierno recorta los gastos del país, eso hará que todos tengamos menos ingresos, y que por lo tanto caigan las ventas, lo que llevará a una nueva ronda de disminución de ingresos, y así sucesivamente, agravando la recesión. Mientras que el gasto de un hogar aislado tiene efectos insignificantes en la economía, el gasto del gobierno tiene efectos que nos incumben a todos. En la jerga de los economistas, diríamos que el gasto del gobierno produce externalidades macroeconómicas. Lo que para el hogar es una solución, para el país en su conjunto es un agravamiento del problema.
Tenemos entonces dos teorías con prescripciones de política opuestas. En las ciencias exactas o naturales, sólo una de ellas podría ser correcta. Pero en economía, a diferencia de tales ciencias, las convicciones afectan a la realidad. Las creencias acerca de cómo funciona la economía afectan la forma en que realmente funciona. Para que la austeridad funcionase, tendríamos que creernos que efectivamente es el camino correcto. Si todos creemos que la austeridad va a ser expansiva, a pesar de que no hay razones para creer en tal cosa, entonces nuestra confianza en la economía aumentaría, y en consecuencia invertiríamos y gastaríamos más.
Esto no pasa. Hay muchos experimentos de políticas basados en la creencia de la austeridad expansiva ejecutados durante recesiones (casi todos ellos impulsados por el FMI, como el ajuste fiscal del gobierno de De la Rúa previo a la crisis de 2001). En todos ellos, la austeridad llevó a menor crecimiento, y en algunos casos, hasta estuvo acompañada de incrementos en los déficit en lugar de reducciones, ya que el menor crecimiento llevó a que la recaudación impositiva fuese mayor que el ajuste en el gasto (hay un único caso en la historia en que se siguió una política de austeridad en un momento de recesión y prosiguió una expansión: Irlanda en 1987, un caso excepcional en el que un boom en su principal socio comercial combinado con una fuerte devaluación fueron los factores expansivos relevantes). En todos ellos la austeridad estuvo racionalmente acompañada de una reducción y no de un aumento en la confianza.
Si la austeridad es recesiva, ¿por qué tantas veces se considera, se discute y hasta se aplica? Porque además de tener creyentes, tiene potenciales ganadores con recursos para hacer lobby y propaganda en su favor, aquellos jugadores del sistema financiero cuya búsqueda de beneficios privados va en contra del bienestar social. La austeridad puede ser razonable para ellos, pero es irrazonable para la sociedad en su conjunto.
* Doctor en Economía por la Universidad de Brown, investigador en la Universidad de Columbia.